Del saltar al vacío
- fredybuitragot
- 24 nov 2017
- 2 Min. de lectura
Una lectura de El salto en el vacío de Yves Klein, 1960
Me abstendré de continuar leyendo más reseñas sobre lo que esta fotografía representa para el arte moderno. Mucho se ha dicho ya sobre esta imagen y mucho se seguirá diciendo. Más, ¿porqué decidí acudir a ella? ¿Qué hay en ese momento? (el instante que se captura en ella y el tiempo que abre para el arte) Me limitaré pues, a hablar de lo que esta imagen representa para mí como artista.
El salto en el vacío de Klein no es más que una metáfora de lo que es el arte. Él no salta al vacío propiamente, ya que salta hacia el pavimento. Pero eso no es lo que vemos ni lo que veremos jamás en la foto, ya que en el tiempo detenido de la imagen, el vacío es otra cosa, si lo tomamos de forma literal, el vacío es el lugar al que su cuerpo se proyecta, ese espacio de cielo que se abre entre las copas de los árboles. A Klein se lo ve saltar jubiloso, temerario, hacia lo que nos dice el sentido común, no es más que unas piernas y brazos fracturados. Pero ¿no es eso acaso el verdadero relato de un salto al vacío? Al fin de cuentas no esperaríamos regresar luego de una acción tan absurda sin unos cuantos huesos rotos.
Lo que representa esta fotografía para el arte de nuestra época, no es sobre el porvenir; eso está claro. Y es allí donde radica su poder como gesto: es el instante que captura, el proceso en que se construye su significado, más que su desencadenamiento. Estamos ante la alegoría del arte de nuestros tiempos –o quizás de todos los tiempos-; de un arte que determina su porvenir a medida que avanza a tientas. Si una teoría científica se crea desde una hipótesis y el intento por dar una solución, el arte es algo cuyo avance (si resulta lícito usar ese término) se da en una revisión a lo pasado, a lo que está visible, para avanzar haca lo invisible, que a su vez, no es otra cosa más que la fatal caída.
Los pies de Klein siguen tocando en un último roce la superficie del muro. Pero ese instante en el que permanece aún con los pies sobre la piedra, es a la vez, la indeterminación de su estado. Está en el aire pero no flota; cae, pero permanece inmóvil. El encuadre con su horizonte torcido desequilibra el espacio que el cuerpo confronta. Es de alguna manera, un lugar ingrávido, o al menos, un lugar cuya gravitación se anticipa a su caída, hacia la izquierda, para recibirle. En la imagen, podría estar en ausencia el suelo, pero lo paradójico de su título es que aquello que debería ser vacío, es lo que más puebla el espacio de la foto. El piso aparece presente, inexorable, como los tubos negros que vemos al fondo apuntando hacia su vientre, a punto de atravesarlo. Es en su indefinición, una imagen violenta pero inquietantemente esperanzadora.
El salto no culmina jamás. La vida, como el arte es estar cayendo en el vacío.
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