Ardid
- fredybuitragot
- 1 may 2018
- 3 Min. de lectura
En la paradoja de Aquiles y la tortuga que plantea Zenón, se intenta demostrar, a través de una reducción al absurdo, que la tesis sobre el movimiento que proponen los pitagóricos resulta en un imposible. Ya que estos, al decir que el espacio se puede dividir en fragmentos cada vez más pequeños, y así sucesivamente hasta el infinito, están diciendo a la vez que un recorrido jamás llegará a su fin, en la medida en que es necesario transitar cada una de esas infinitas partes. Así, Aquiles no puede alcanzar a la tortuga, porque cuando haya alcanzado el punto en que la tortuga se encontraba cuando éste partió, ella ya habrá avanzado un nuevo tramo, por pequeño que sea.
Esta paradoja física me sirve como metáfora del pensamiento pitagórico sobre el movimiento, que va a manifestarse de una forma tangible, 2300 años después de haber sido pensada, con la invención del cinematógrafo de los hermanos Lumiére. Zenón, quien postulaba que el movimiento y el cambio son meras apariencias, decía que es imposible considerar un punto en la trayectoria de una fecha lanzada al aire, porque eso significaría una detención y, por lo tanto, una negación del movimiento. Así pues, el cine encarna esta idea de la detención del movimiento con la captura de la instantánea. Cada fotograma es movilidad en la quietud ya que cada uno es una captura inmóvil, que crea la ilusión de movimiento al reproducirse de manera secuencial en el tiempo.
Pero así como en el espacio y en el tiempo de los pitagóricos, cuando dicen que el espacio se puede dividir hacia el infinito, me valgo del proceso en animación llamado intercalado, que sirve para extender el tiempo de un plano y generar nuevos dibujos, a partir de otros preexistentes. Este procedimiento permite crear una serie de ‘frames nuevos’, que no fueron capturados del movimiento y más específicamente, no fueron dibujados por el animador. De esta forma, al tomar una animación y añadirle nuevos cuadros, la secuencia animada se ralentiza y en cuanto más cuadros se añadan, más tenderá el video hacia la detención del movimiento.
Pero es precisamente esta idea la que me interesa, ya que por definición el cine es movimiento, o al menos ilusión de este. Al disponer las proyecciones en un formato análogo y proyectarlo en vivo, el movimiento de todo el sistema se hace mucho más evidente, mostrando los accidentes propios del medio y así, la individualidad de cada instantánea, como saltos o rayones. Las máquinas son la materialización del movimiento como algo real, en contraste con las imágenes que estas proyectan, y que no son más que cortes inmóviles, entendidos en un sentido eleático.
El tiempo que se abre en el video ralentizado, es un tiempo asintótico (En la medida que podría prolongarse de forma infinita), que busca acercarse a la detención del movimiento a partir de la acción de completar la distancia entre cada frame.
Si tomamos la relación de distancia entre uno y otro frame vs el tiempo como magnitud, entonces tenemos que lo que ampliamos no es el tiempo, como sucede en la paradoja de Zenón, sino la percepción sobre este. Y es la percepción la que detiene el tiempo y hace del movimiento algo imposible. Es la mirada la que se acelera, al crear una multiplicidad de estados transitorios de lo móvil y que de forma paradójica nos conduce a la detención del movimiento. Así, si la película se proyecta a 25 cuadros por segundo, es esta la medida de la velocidad y acá, aunque ese frame rate no varíe, es el tiempo del movimiento de los personajes en escena (El correcaminos y el coyote) lo que va a venir a ser como la persecución imposible que se da en la paradoja de Aquiles y la tortuga.
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